martes, 28 de abril de 2009

El maldito dinero

Tapabocas, gel antibacterial, jabón, vitamina C, vitamina B12, Blockbuster, taxi en lugar de metro, naranjas y guayabas. Pensé en tener sexo sin besos y en salir a correr con casco de motoclista pero creo que puedo sacrificar ambas dosis de endorfinas por un tiempo. He visto al Gobierno de la Ciudad trabajar día y noche, preocuparse y actuar para librar esta situación. He visto la solidaridad de quienes no abandonan el barco.
Lo que me tiene, una vez más, frustrada y deprimida es lo que el interés económico sostiene en sus manos.
1. No hay tapabocas en la Ciudad. Pero sí los hay. Están guardados, millones de ellos. Ofrecemos, piden, ofrecemos, piden. Y al final se quedan especulando porque saben que pueden. Me ofende.
2. Por qué no estamos discutiendo el negocio putribillonario de las farmacéuticas. Por qué no hablamos del negocio que dejamos en manos de ese puñado de buitres de la salud. Ni Roche ni nadie deberían poder tener el control del mundo entero. Por qué no cambiamos la legislación para que en momentos de crisis como el que vivimos ahora, las patentes se vuelvan patrimonio de la humanidad.
3. Los restauranteros, a diferencia del resto de los comercios de la Ciudad han tenido un doble discurso. Ante los medios y las autoridades, al comenzar el día, se portaron muy solidarios y muy comprensivos. Pero ahora están haciendo un drama que ya hasta el porro del secretario del Trabajo les compró el boleto. Es increíble que ninguno de los otros empresarios, de las otras ramas, haya hecho un escándalo como cualquiera de estos cuates. Preferirían cargar con la responsabilidad de más muertes antes que perder dinero.

El dinero por delante es el responsable de la teoría del complot, de la cortina de humo, del atole con el dedo, del teatro.
El dinero por delante es el responsable de que haya gente que crea que estas medidas son exageradas.
El dinero por delante es el responsable de que los muertos no importen.
El dinero por delante es el responsable de que algo tan delicado se politice.