
Se estrelló un pequeñísimo búho en la ventana. Cayó al piso y mi mamá lo levantó. Cabía en su mano, era literalmente un bebé. La cabeza le giraba y giraba y giraba. Lo sobamos y sobamos y sobamos. Con una toalla lo envolvimos, subimos por las escaleras del hotel hasta la azotea. Voló.
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