domingo, 31 de enero de 2010

Voy a hacer el negocio de la vida. Voy a vender autoestima.
No doy fiado ni a mis amigas. La autoestima tendrá un empaque de papel reciclado. Será austero pero elegante y trendy. Los tamaños regulares: chico, mediano y grande. No puedo consumirme el producto, porque eso pondría en riesgo el negocio. Voy a asegurarme que tenga un olor que nada tenga que ver con chocolates o palomitas, ni tampoco con la loción que usas, será más bien un olor desagradable, fétido. Porque ¿de qué otro modo se conservaría el dulce equilibrio del dolor y el autoengaño?, ¿quién soy yo para perdonarme?

1 comentario:

Bethania dijo...

me encanta como escribes, en verdad atrapas con tus letras. Te felicito y prometo desde ahorita hacerme adicta de tu blog.