Texto tomado de otro blog. Una entrada de marzo 2008. Una joya.
Me vale madre el zodiaco pero extraño su voz al teléfono leyendo mi horóscopo entre risas y con voz juguetona, tanto como extraño traerle un café por las mañanas cuando se queda en casa, o su risa matinal, porque se despierta de buen humor, es decir: lo extraño mucho.
Las últimas predicciones del horóscopo para ambos habían señalado el día de ayer como uno propicio para el romance. Y, para sorpresa mía, ya que ayer no nos vimos, así fue. Cada quien salió por su lado, pero aunque no pasamos la noche juntos, ninguno de los dos durmió solo. Al igual que hace no mucho tiempo llegó ella, la "compañía" de anoche me tomó completamente por sorpresa. Se apareció alguien, reapareció alguien, mejor dicho. Esto de los reencuentros no para.
La bronca es que, con todo y la compañía reencontrada y queridísima, no puedo negar que extrañé su silueta, su voz adormilada ya entrada la noche, su sueño ligero (a pesar de las pastillas para dormir) y -¡quién lo hubiera dicho!- dormir abrazados. Ojalá que pronto nos encontremos nuevamente porque, la mera verdá, la extraño. Te extraño.
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