No hubo nada ameliesco en nuestro encuentro. Pasó como otras veces. Lo llamé, quedamos y nos vimos. Al verlo, me emborraché. Me embriaga su olor y las ganas de besarlo. Hicimos el amor. Bueno, yo hice el amor todo el tiempo. Jugamos a filmarnos y a mirar nuestro reflejo. Cómo me gusta vernos juntos.
Hice el amor mientras teníamos gran sexo. Y mientras teníamos gran sexo, le reclamé las ganas que tengo siempre de estar con él, pero para estar solos él y yo, sin nuestros otros compromisos, sin otras historias. Mientras hacía el amor, lloraba y paraba, lloraba y paraba, reía y paraba, reía y paraba.
Porque "así es la vida" me consoló, porque "cuando uno quiere el otro no". Y allí estamos después de tantos años tan solos y tan acompañados.
Hicimos el amor una vez más.
- No voy a lavarme los dientes. No traje un cepillo.
- Claro que aquí está tu cepillo, donde siempre.
Y en efecto, todas mis pertenencias estaban en el mismo lugar. Las cremas, el perfume y el cepillo de dientes. Yo estaba otra vez desnuda frente al espejo del baño.
Todo estaba perfectamente acomodado, excepto yo. Todo estaba intacto, excepto él, que casi no está.
Y la verdad es que ya estoy hasta la madre del puto poliamor.
Doce años
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Pasaron 12 años desde la última entrada a este blog. El mundo cambió. Mi
vida cambió.
Curiosamente, aquellos primeros protagonistas de el muy añejo Sin...
Hace 6 meses
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