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sábado, 6 de diciembre de 2008

Comezón semanal

Roncha 1.

  1. El hasta hace unas semanas, perfectamente gris y dispensable legislador panista Vinalay.
  2. Miles de pesos erogados en mantas y espectaculares que abarrotaron la Delegación Benito Juárez.
  3. Con look de "wanna be Kennedy" anunciaba su segundo informe de labores.
  4. A pesar de la norma y reglamentación del Instituto Electoral local y de la Asamblea Legislativa, el señorito diputado ha promocionado su imagen y ha gastado una cantidad millonaria cuando no debe hacer lo uno ni lo otro.
  5. Cuando los medios lo cuestionaron por estas faltas respondió "Cómo que no se iba a poder, yo digo que sí se puede porque ya se pudo!".

No deja de sorprenderme que aquellos que señalaban a los denostadores de las instituciones, son los "haiga sido como haiga sido" o "ya se pudo por mis calzonsotes" .En mi pueblo, las declaraciones de Vinalay y de Calderón se resumirían en "Al diablo las instituciones", claro que dicho de manera más cool y de buen gusto gué...!

domingo, 16 de noviembre de 2008

Señoritismo

Apenas en marzo, Jesús Silva Hérzog-Márquez escribía lo que sigue. No tiene desperdicio.


Algunos celebraron el nombramiento del nuevo secretario de gobernación como el asomo de una nueva clase política que, finalmente, llega al país para darle vuelta a las hojas. Cobijados por el PAN, aparecían políticos frescos, jóvenes, sin las obsesiones de sus predecesores. Sus publicistas los retrataban como competentes y ágiles; diestros en el manejo de las encuestas y libres de telarañas ideológicas. Sugerían que el nuevo ministro del interior representaba la avanzada de una promisoria tonificación del cuerpo gobernante. Aquellos defensores sugerían que no había que exigirle demasiadas credenciales al funcionario premiado: bastaba la confianza de su jefe y el éxito en la campaña para convertir a su mentor en presidente. La experiencia era ridiculizada como si fuera una petulancia de viejos. ¿De qué sirven años de experiencia si este régimen es tan distinto al viejo, tan nuevo, tan joven—como Juan Camilo?

El escándalo que ha envuelto al Secretario de Gobernación no es una nimiedad. Representa un vicio que, por muy común que sea entre los panistas, no deja de ser inadmisible: la incapacidad de trazar con claridad una línea que separe los intereses privados y las responsabilidades públicas. No encuentro señales que demuestren que el legislador o el funcionario de la Secretaría de Energía se hayan beneficiado de su cargo, pero lo que evidencian los documentos exhibidos es, por lo menos, ligereza, descuido en el trato de asuntos espinosos. Con todo, lo menos escandaloso del escándalo es el motivo que lo hizo explotar. Normalmente el encubrimiento resulta más nocivo que la trampa. En este caso, lo verdaderamente grave no son las firmas sino la reacción del funcionario. Mudo para responder puntualmente a las imputaciones, el Secretario se mostró indignado por un cuestionamiento calificado de “mezquino.” ¿Por qué sería mezquino que la oposición señale documentos que exhiben conductas públicas que son, cuando menos, sospechosas? ¿No es parte del derecho y aún de responsabilidad de las oposiciones? ¿Quién se cree este hombre que se imagina por encima de los cuestionamientos?

Mouriño no se quedó en la absurda cantaleta de los-malos-mexicanos-que-quieren-el-fracaso-de-México sino que se explayó en una lacrimosa historia de sacrificio. Nos relató el abnegado patriota que en el 2003 optó por el servicio a la patria. Desde entonces carga una pesada cruz: “El precio que pagué no fue menor. Le he arrebatado tiempo a mi familia; renuncié a las acciones de las cerca de 80 empresas de uno de los grupos empresariales más importantes del sureste mexicano y también dejé muchas de las comodidades que tienen los que viven en el interior del país.” Ay. El señorito se ofende porque la ingrata patria no le reconoce las privaciones que ha tolerado para beneficiarla generosamente con su talento. Difícil imaginar una respuesta más incompetente, más torpe y, sobre todo, más insultante. El escándalo del preferido de Calderón no tiene que ver, pues, con sus tratos con Pemex, sino con su nombramiento. Si queríamos una estampa del político bisoño que no tiene más mérito para ocupar el ministerio del interior que el aprecio de su jefe, ahí la tenemos, a todo color. La información que ha dado después sigue sin responder a las acusaciones del político que ha revivido con su arrogancia. La gran apuesta política de Calderón ha resultado un fiasco.

Insistiría que el amiguismo de Calderón no tiene paralelo en la historia reciente del país. Ni en los tiempos dorados de la hegemonía priista puede recordarse un gabinete tan oscuro y tan subordinado al criterio exclusivo de la amistad. Por supuesto que antes había amigos en el equipo presidencial y que muchos de ellos eran indefendibles, pero no había tantos colaboradores que lo fueran por el solo hecho de ser amigos del jefe o por la gran virtud de ser, convenientemente, anodinos. Si el tamaño de un presidente se mide por la estatura de sus colaboradores, el presidente Calderón alcanza la altura de su club de Mickey Mouse. El suyo no es un gabinete de figuras indisciplinadas por la sencilla razón de que no hay, excluyendo al Secretario de Hacienda, una sola figura en su equipo. Pero diría que el caso del secretario de gobernación refleja algo más que la inseguridad de un presidente que no tolera la compañía de personajes con trayectoria propia. Si ha querido azular su gabinete ha tenido éxito: en sus colaboradores está el mejor retrato del partido que llegó al poder hace un año y medio. En efecto, como quieren los calderonistas, puede decirse que el PAN no ganó el poder en el 2000, con Vicente Fox. El partido de Gómez Morín llegó al poder con el hijo de un fundador.

La irritante respuesta de Mouriño es la muestra perfecta del arrogante señoritismo que impera en el PAN. Los sacrificados señoritos panistas que dicen ofrendar sus “legítimos” dividendos a la salvación nacional. No son los tecnócratas de antes que eran respetados en todo el mundo; no son tampoco los lobos de la malicia que siguen imponiendo sus condiciones. Sin formación académica solvente, ni experiencia política, son los amiguitos mimados de un hombre con suerte. Daniel Cosío Villegas detectaba ese señoritismo a fines de 1946 cuando hablaba de los antipáticos panistas: son los decentes de clase media cuyos intereses y experiencias se reducen a su despacho y a su parroquia. Los calificaba atinada y visionariamente como tipos de “mentalidad señoril”, en su memorable ensayo sobre la crisis de México. Esos señoritos ganaron la presidencia en el 2006 y están convencidos de que el país está en deuda con ellos.

jueves, 6 de noviembre de 2008

El Grizzly Man mexicano

Recientemente ví la película que se realizó con las imágenes que grabó un hombre, dedicado a la salvaguarda y protección de los osos grizzly en Alaska. La historia es la siguiente, un hombre alcohólico de mediana edad encontró el sentido de su vida haciendo compañía, imitando, nombrando y participando en la vida de estos animales salvajes, gigantescos y sobre todo peligrosos. Siendo el único sentido de su vida, se volvió obsesivo y monotemático. Aunque no era estrictamente religioso, se sentía tocado para llevar a cabo su misión. La gente que lo conoció, narra en la película que en realidad, era un hombre que quería abandonar su humanidad para volverse animal.

Yo misma he sentido que tengo una conexión con los animales. Para los que somos gente gato, no les resultará extraño que uno aprende sus sonidos, sus gestos, los estudia hasta que sabe exactamente lo que quieren. Yo puedo maullar para llamar la atención de alguien, incluso puedo ronronear si me siento completamente a gusto y a salvo. Jugando, claro. Pero no me extraña que Grizzly Man le gruñera a la gente que le caía mal o le soltara manazos a los desconocidos como si tuviese garras. Se mimetizaba entre los simpáticos zorros y las monumentales masas musculosas y peludas.

A cada momento decía que amaba a los animales y que moriría por los osos. Pues de tanto repetirlo, se le hizo realidad. Su última grabación tiene el audio del momento en que uno de estos apapachables ositos se lo comió entero. Esa era su guerra y no la libró. Pero entre sus demonios terminó con la vida de Amy, la chica que temía por los osos y que lo acompañaba en su última travesía. Ella trató de defenderlo y tuvo el mismo terrible desenlace.

Qué culpa tenía ella de las demencias de este personaje?

Ahora, qué culpa tenemos los mexicanos de las demencias de Calderón y de las guerras que en nombre de todos nosotros está intentando librar? Qué culpa tenemos de que Calderón se halla metido en territorio sumamente peligroso y nos esté llevando a la cueva de los leones contra nuestro consentimiento? Quién lo nombró salvador de las buenas conciencias y de la moral en contra de la drogas? Joder, quién quiere estar junto a un loco absurdo en una catástrofe anunciada?

Tengo un amigo que ha dedicado su vida a la investigación en temas de Juventud en este país. Hace muchos años pudo hacer un mapeo de todas las bandas de la ciudad y la zona conurbada. Un buen día, al finalizar el estudio sociológico, el gobierno le preguntó: "Cuántos chavos banda hay aquí?" -con ganas de reprimirlos...- Berthier utilizando retórica preguntó: "Cuántos policías tienes?" y ellos con orgullo provinciano: "Aproximadamente 400 mil", -Bien, pues ya te chingaron..." les respondió.

No es tan difícil hacer una estrategia si primero analizas tus posibilidades. Lo que Héctor les dijo es que si se ponían pendejos y los chavos banda se agrupaban, toda la policía capitalina no les harían cosquillas.

Qué no hay un montón de Berthiers en el gobierno federal? Qué nadie les dijo que esta batalla está perdida? Nadie hizo un conteo más o menos así:

Son 5 carteles de narcotráfico, tu tienes el ejército y las policías todas, a eso le restas una cuarta parte que están con ellos y una cuarta parte que van a comprar en los próximos días, luego sigues restando los que te tumben en el proceso y mira... YA TE CHINGARON...

No hay que ser demasiado perspicaz ni particularmente genial para saber que ni al narco organizado ni a los osos se les puede sacar la vuelta sin ser comidos. Pero hay un grizzly man mexicano que no se ha enterado...