domingo, 11 de enero de 2009

Prueba superada

Crecí rodeada de varones toscos en mi ambiente familiar. A los 6 años probé el gas pimienta por experimento de mis primos y pasé días moqueando. Lloré mucho pero nunca acusé. En mis años de Piaget jugué una versión mixta de Rugby a la mexicana donde la competencia era rudísima y así gasté todos los pants que tuve hasta romperlos. Me volví buenísima en dar golpes sobre un ring, lo mismo con mujeres que con hombres que practicábamos el kick boxing cuerpo a cuerpo. De todas estas cosas tengo cicatrices en el cuerpo. Me gustan. Las cicatrices del alma, en cambio, aunque también están relacionadas con varones y competencias, esas me desagradan. Pero me pongo de buen humor cuando me dicen que te vieron, me hablan de ti, me cuentan de qué vas, en qué andas y en realidad me viene guango, me da lo mismo. Luego me despierto con sueños lindos, amables e incluso cariñosos en los que estás tú. No entiendo cómo cuando estábamos juntos, tuve terribles pesadillas acerca de nosotros y ahora que ni siquiera estás cerca, nuestra relación dentro de mi psique es lo más sana y cortés. Algo así como saberme pasada de peso, -gorda pues- pero dentro de mi psique sentirme guapa y felíz. Yo ya te superé y lo digo aquí con mucho amor.
Desde mañana: Gobierno. Ea.

No hay comentarios: