Luego, otro día mientras tomaba un chai latte en la calle de Gante, un hombre joven se posó frente a nosotros con un violín. Tocaba, seguramente no muy afinado, pero con muchas ganas. La gente dejó de charlar y muchos se detuvieron a escuchar. Por qué no, se aparece el organillero, se planta junto al violinista, mientras tocaba todavía y empezó a girar y ajá, allí estaba otra vez La Bikina. Nooo! Cuando vino el muchacho con la gorra y la puso frente a mi, en lugar de decirle "No Gracias" le contesté "No, no quiero" Me miró estupefacto y se detuvo porque le pareció que yo no había entendido el concepto. El concepto en el que si no deseas dar debes dar las gracias. Gracias de qué o por qué, por ofrecerme poner mi dinero, dártelo y dejar pasar el favor? Pues ya no quiero darle dinero a ese organillero por gandalla, por grosero, porque no tiene sensibilidad frente a los otros, porque no compra ni consigue otra melodía, porque lo alucino y quiero escapar de él.
Doce años
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Pasaron 12 años desde la última entrada a este blog. El mundo cambió. Mi
vida cambió.
Curiosamente, aquellos primeros protagonistas de el muy añejo Sin...
Hace 6 meses
2 comentarios:
Hola Bao,
Los organilleros tienen este dejo nostálgico del "México de antes". Me ponen triste pero los vivo un poco como emisarios del pasado y como recuerdo del México que ya no es.... supongo, sin embargo, que esta nostalgia se me habría esfumado después de escuchar doce horas seguidas al mismo personaje tocando La Bikina (que me gusta, pero no de corrido y tanto tiempo).
La gandallez no conoce límites ¿qué le vamos a hacer?
Un beso,
La Bikina SÍ CONOCE EL DOLOR, es más tiene "pena y dolor", y "no conoce el amor"... Muy triste... Dile que cambie de calle...
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