miércoles, 26 de marzo de 2008

Batallas decisivas

No debemos contenernos a conocer de qué modo combaten los soldados en una batalla, debemos preguntarnos por qué luchan, cómo lo hacen y cuáles son los motivos que han conducido al enfrentamiento. La trágica paradoja de la guerra es que con frecuencia el valor, la audacia y el heroísmo, es decir, lo que los aguerridos soldados hacen, ven , oyen y sienten en el combate, queda ensombrecido por elementos más amplios y abstractos y muchas veces más dañinos.

La tecnología, el capital, el carácter del gobierno, el modo en que los hombres son reclutados y pagados, y no sólo la fuerza muscular y la concentración de tropas, son los factores que deciden los conflictos entre culturas dispares y los que suelen determinar qué bando gana y cuál pierde y los hombres que han de vivir o morir.

Es ingenuo pensar que la guerra pueden decidirla la astucia y el heroísmo, al fin y al cabo efímeros y no el perdurable poder de una idea. Los ciudadanos, al final, son los asesinos más letales de la historia.

"En efecto, los romanos, aunque entonces fueron derrotados y perdieron su reputación guerrera, debido a la peculiaridad de su gobierno y a sus rectas deliberaciones, no sólo recuperaron el dominio de Italia, cuando después vencieron a los cartagineses, sino que se convirtieron en dueños de todo el mundo habitado (Polibio)".

1 comentario:

Marco Antonio Hinojosa dijo...

Brillante. Los ciudadanos en nombre de los Estados. Es decir, se da en la madre gente que no se conoce en nombre de personas que sí se conocen, valga el lugar común. Te acuerdas de "Adiós Cordera?" Saludos, Arrenotas.