http://mx.youtube.com/watch?v=V_hS_DKab8I
África no conoció tribu más belicosa que la zulu. De los cientos de ejércitos tribales del continente, ninguno era tan evolucionado ni en su organización ni en su estructura de mando. Controlaban una población que oscilaba entre las 500 mil personas y podían reunir un ejército de 50 mil hombres. Sin embargo, una minúscula fuerza británica borró del mapa al ejército más temido de África en cuestión de meses. Es difícil encontrar algo parecido a Rorke´s Drift donde una fuerza sitiada, superada en número en una relación de 40 a 1, sobrevivió y mató a 20 hombres por cada uno de los caídos. La guerra anglo-zulu de 1879 proporciona asombrosos ejemplos de valentía contrapuestos a la disciplina.
La preponderancia innegable de los zulúes derivaba de tres fuentes tradicionales de eficacia militar:
1. el potencial humano
2. la movilización y
3. la táctica.
Toda la nación estaba estructurada en regimientos organizados según edad y clase. El despliegue en batalla tomaba su nombre del búfalo "impi" ya que se dividía en cuatro grupos, incluyendo los "cuernos" de dos regimientos de jóvenes. Estas alas se extendían alrededor de los dos lados del enemigo, esperando rodear así a la fuerza rival y conducirla contra el "pecho" o regimiento de veteranos, mientras la "espalda" o los de mayor edad irrumpirían cuando la tropa hostil estuviera completamente enfrascada en la lucha.
Tuvieron éxito gracias a la asombrosa habilidad de los zulúes para moverse sin ser detectados entre la hierba, peinar la zona, correr para rodear y envolver a un enemigo sorprendido y por último, acabar con él clavando sus lanzas.
En el contexto de las luchas tribales, los zulúes advirtieron que su destreza física, velocidad y enormes contingentes propiciaban la victoria definitiva. Pero en una lucha contra tropas disciplinadas de fusileros, su primitivo método condujo a la autodestrucción de su nación.
Aunque los guerreros zulúes hacían frente a un duro proceso de formación militar y se sometían a un brutal sistema de regimientos que duraba toda la vida, la valentía y la ferocidad no eran comparables a la disciplina militar, una rígida cadena de mando, nociones abstractas de táctica y estrategia y un código escrito de justicia militar- en una nación de millones de personas, el ejército británico era minúsculo, pero ni la reina podría ejecutar a un solo militar sin, al menos, celebrar un juicio- . En cambio, los "impis" rivales eran propensos a pelearse entre sí, e incluso a luchar hasta la muerte en disputas internas.
Tampoco había un verdadero sistema de mando, ya que frecuentemente desobedecían las órdenes directas de su rey y luchaban como unidades independientes sin un mando sincronizado. Más que de un descuidado y superficial plan de ataque, de lo que carecían era de un conocimiento sistemático de la formación militar y de las ventajas de marchar de manera ordenada, lo que provocaba un caos general en el desarrollo real de la batalla, que reducía además las posibilidades de que la retirada no se convirtiera en una espantada, o de que los ataques se realizaran en oleadas debidamente ordenadas.
Los zulúes tenían un ejército mucho más numeroso, conocían el terreno a fondo y tenían datos fiables sobre el avance de las tres columnas de británicos. Pero su táctica era estática y por ende, predecible. Sólo podían llevar unas pocas armas de fuego debido a la ausencia de transporte para acarrear reservas importantes de cartuchos. Y dado que la comida tampoco era transportada, los zulúes necesitaban una victoria inmediata antes de que comenzaran a agotarse físicamente y a pasar hambre.
La mayoría de los impis no golpeaban al enemigo como bloque cohesionado. Los escudos eran usados como elemento de defensa personal y no para formar un grueso muro de protección. Sólo practicaban un método de guerra basado en la aglomeración, de correr hacia las líneas enemigas para asestar puñaladas y machetazos en pequeños grupos. Miles de hombres corrían más o menos a su voluntad en línea recta contra el enemigo, mientras otros disparaban sin ton ni son desde la distancia, con la esperanza de que su gran mayoría en número, ruido y velocidad amedrentaría al adversario. La táctica de cargas descoordinadas resultó suicida. Nunca había órdenes de retirada combativa o de salidas cubiertas. En cambio, huían corriendo precipitadamente del enemigo.No estaban predispuestos a someterse a la disciplina y eran incapaces o impacientes.
Los británicos llegaban a cada batalla bien alimentados, bien pertrechados y en posesión de municiones y armas de fuego sin límite alguno. En realidad eran soldados británicos, ligeramente desnutridos, la mayoría procedentes de los guetos industriales de Inglaterra con un aspecto miuy poco impresionante pero que habría de acabar con más de tres zulúes en casi todos los enfrentamientos de la guerra.
La gran fuerza del ejército británico residía en la capacidad de formar líneas y cuadros. En esta formación, cada fila de tres o cuatro líneas de soldados disparaban, recargaban y hacían fuego de nuevo cinco o diez segundos después. La secuencia exacta de disparos aseguraba prácticamente una cortina sostenida de fuego.
Mostrar valor mientras se está siendo atacado es un rasgo humano común a los guerreros en todo el mundo. Todos pueden exhibir un arrojo extraordinario.
No se vayan sin ver la batalla final:
http://mx.youtube.com/watch?v=1csr0dxalpI&feature=related
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