Como cada año.
A michas. A michas los quereres y los odios, a michas las ganas y la apatía, a michas lo logrado y lo perdido. Para mi, el año que termina se quebró y luego se recompuso exactamente por la mitad. No fue de dos a uno, sino de uno a punto cinco.
Hicimos un picnic junto a un manantial helado. Copié el corte de pelo de una niña de 5 años y acabé con un copete de anime japonés. Me hiciste reclamos que escondí bajo el llanto del velorio de un conocido y allí supe que lo nuestro no sería igual jamás. Volamos juntas en parapente y nos hospedamos en la casa de los lagos artificiales. Abandoné la batalla capkiana y lloré semanas enteras por ello y por tu abandono, por tu silencio. Mantuve la disciplina de tomar altruline y rivotril todos los días. Me dije y les dije que lo importante no es la caída sino el aterrizaje. Reafirmé que las películas distan mucho de parecerse a las novelas. Jugaron a celestinas y me ví ofreciendo disculpas porque según me dicen, uno no debe liarse con los vecinos. Nos encontramos en la playa para celebrar tu cumpleaños una noche de discoteca. Cargué con el peso de mi nombre y de mis actos previos cuando intenté hacer proyectos. Bailoteamos con Peter Bjorn & John. Permitiste que me robara los vasos de la galería donde expusiste. Me dijiste que te gustaba y me llevaste al concierto de Bobby McFerrin, me regalaste un papalote y muchas estrellas que conservé el día que te marchaste. Fuiste mi cómplice en el robo de un cenicero de restaurante favorito. Encontré mi primera cana y la arranqué. Nos vimos en Coyoacán para comer y aparecieron tus hermanas a quienes quiero. Fuimos a una boda en Acapulco donde empezaron nuestras discusiones acerca de lo imposible. Me traje de souvenir una infección en las piernas paralizante. Nos reencontramos y nos volvimos a querer porque sabes que nuestra relación superó los reproches y los maltratos compartidos. Me mostraste Entourage y pasamos horas jugando playstation. En tu casa bebimos mezcal e hicimos el amor un par de veces. Me paseaste en motocicleta y bajé del taxi sólo para regresar a tu sofá. Volvimos a Tequesquitengo para celebrar los viejos tiempos. Corrimos con la suerte de ver una estrella fugaz el mismo día que mi partido político se dividía entre golpeados y golpeadores. Estuviste de visita en la ciudad y comimos, cenamos, fuimos al cine, fuimos de fiesta. Me acompañaste a entregar mi oficina y a recibir mi último pago. Nos invitaste a un concierto y estuvimos contentas del tingo al tango bajo la lluvia y la música. Me llevaste al concierto de Bosé. Me salvaste de morir en la pista del autódromo y completamos nuestra misión con corredores de autos. Festejamos mi cumpleaños. Regresamos a Acapulco para chismosear en las elecciones. Viajé para estar con ustedes en familia. Fui una mala pareja de boda. Me regalaste un cuadro y chicles de canela junto a varias cenas clandestinas Me llevaste a una cena con sicarios y santeros. Me salvaste de ellos. Viviste conmigo y partiste. Me ayudaste a resolver las tragedias. Me invitaste a tu casa. Bebimos juntos, comimos, cenamos, paseamos, conversamos. Me diste tu tiempo y tu sonrisa. Charlamos y chateamos, escuché y me oíste. Gracias por hacer de mi cotidianeidad una sorpresa anual. Te extravié y te extraño, pero sin tu contribución mi psiquiatra no habría cobrado honorarios.
Doce años
-
Pasaron 12 años desde la última entrada a este blog. El mundo cambió. Mi
vida cambió.
Curiosamente, aquellos primeros protagonistas de el muy añejo Sin...
Hace 6 meses
1 comentario:
el recuento del año que se va o de las personas que nos dejan? al menos parece que no son una serie de tristezas interiores categorizadas.
Publicar un comentario