martes, 11 de agosto de 2009

Filias y fobias

Me explicó que era mi amigo, sin más. Debo decir que me sentí afortunada. Perdida en las posibilidades, mi amigo pudo ser una tarántula, un luchador de sumo o un panista. No es que fuera extraordinariamente guapo, ni que tuviera la inteligencia de un erudito – seamos sinceros, salió de mi imaginación no de la de una genio. Aún así, me la pasaba bien con él.

Confieso que me ponía nerviosa… No sabía si me gustaba, si me daba miedo.. No, miedo no era… Pero a su lado me sentía mejor que en ningún otro lugar y con todos los miedos acumulados al mismo tiempo. Fuimos a la playa. En la segunda noche allí, sentados en la arena y fumando un churro – sí, mi amigo imaginario era pacheco – no pude evitarlo. Le dije que sin saber de dónde había salido ni por qué, daba igual la explicación. Estaba enamorada de él y quería que fuera mi novio imaginario. Aceptó.
Tuvimos un problema. Mi nuevo novio no aceptaba bajo ningún pretexto que tuviéramos relaciones. Al principio no importaba, ya que estaba enamorada y en el amor los pequeños detalles permanecen pequeños… Por un tiempo, ya que al pasar las semanas dejó de ser gracioso. Se lo expliqué de mil formas. Al parecer tenía miedo de dejarme embarazada, y yo le decía que no había problema, que podíamos tener los hijos imaginarios que quisiera. “No es tu semilla, por eso lo dices”, remató.
Un par de meses después, yo ya pensaba en la infidelidad. Era complicado, pues el estaba casi todo el tiempo conmigo, y lo quería, pero al mismo tiempo, no aguantaba. Una noche, me dijo que me entendía, que me quería dejar libre. Yo reaccioné al instante diciendo que no, que lo que había pensado era una locura – recapacité que este hombre podía meterse en mis pensamientos – y que quería pasar el resto de mis días a su lado. Sonrió. Me llevó a la cama e hicimos el amor por primera vez. Al terminar, lo abracé con toda mi fuerza y me quedé dormida. Me acuerdo que soñé con luces que me abrazaban, con mares pequeños, con instantes eternos. Ahí, en medio de un sueño y de su mano, se despidió de mi con una sonrisa que dijo todo lo que había que decir.
Adios.

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