sábado, 1 de noviembre de 2008

Juárez, Toledo, Santo Domingo...

Me he tomado muy en serio la organización del viaje de fin de año a Mazunte. Pero no es casual. El año más terrible de mi vida terminé pasando la navidad y el año nuevo en esa playa. Un par de tachas, un ácido, varios toques de mota, mucho alcohol y una profunda depresión se convirtieron en una vacación mutilada e inquietante. De la misma forma que me he reconciliado con el espacio en el que ahora vivo, así he decidido reconciliarme con las playas oaxaqueñas, para celebrar que la vida ha ocurrido con sol ardiente durante más de cuatro años. Mi hermana me ha prometido regalarme una casa en la playa, ni bien la ingeniería ambiental le dé suficientes recursos para cumplirlo. Espero que sea en algún lugar de Oaxaca.